Es una palabra que me encanta pronunciar, pero que en ocasiones cada una de sus sílabas ha llegado a convertirse en un verdadero tormento. En lo que llevo de carrera he vivido todo tipo de emociones. Muchas de ellas muy agradables: ir aprendiendo cada día más, conocer nuevos aspectos de la vida, vivir situaciones que seguro recordaré siempre; pero también las hay desagradables, producidas por muchas causas: por una asignatura que se atraviesa, por un profesor “difícil”, decepciones tras un largo trabajo o por la atención que requiere estudiar esta carrera ( lo cual deja poco tiempo para la recreación personal, ¡y para aburrirse!, la cosa mas “fácil” del mundo) He llegado a desear poder aburrirme por no tener nada que hacer, pero la verdad es que los momentos para poder hacerlo hay que cazarlos al vuelo, están contados.
La vida del estudiante de arquitectura en es dura y vivir sin traicionar alguno de nuestros principios se suele convertir en algo imposible, me refiero a dormir poco (o nada), cuando sabemos que es algo fundamental para funcionar bien, comer mal por falta de tiempo, cuando sabemos que la alimentación es imprescindible para gozar de buena salud y poder seguir haciendo planos, dejar de ver a familiares, amigos, o seres queridos para “ cuando haya tiempo” ... ¿realmente nos gusta este tipo de vida?
Arquitectura no es solo una carrera o algo material que podemos observar objetivamente, arquitectura es una forma de vida, un estilo por el cual quedaremos marcados y que reflejaremos, sin duda, en nuestros proyectos. Al igual que el pintor pinta sus emociones, sus sentimientos o sus ideas en sus obras, los arquitectos lo intentamos hacer en las nuestras. De forma sutil o descarada siempre introducimos parte de nosotros, de nuestra forma de ser, en nuestros proyectos. Ya esta etapa de la vida no es sólo acabar la carrera con mejores o peores notas, es definirse como arquitectos, con un estilo de vida, de ideas. Y el objetivo que creo que deberíamos tener es el de quedarnos satisfechos con los resultados, para lo cual hay que trabajar bastante.
Me considero un proyecto de arquitecta que todavía tiene mucho que aprender y con ganas, no quiero perderme ninguno de los aspectos que pueda tener esta carrera y, como todo estudiante intento compaginar la vida bohemia con los estudios lo mejor que puedo, porque tampoco me quiero perder ninguno de los aspectos que pueda tener la vida y por el momento la juventud.
CAMBIO DE DIRECCIÓN
Hace 14 años
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